“Los muertos” de James Joyce

“La música no solo acompaña los recuerdos. Los despierta, los encarna y los vuelve insoportablemente reales.”

“Los muertos” (The Dead), el relato final de Dublineses (1914) es uno de los más intensos y reveladores del libro de James Joyce. Ambientado en una cena navideña en el Dublín de principios del siglo XX, el relato describe una velada aparentemente trivial y costumbrista que culmina en un desenlace conmovedor. En el centro de la historia se encuentra la música, que funciona como clave emocional y simbólica, como elemento catalizador de la culpa que siente Gretta, uno de los personajes de la narración.

La música, una puerta al pasado

A lo largo de la fiesta organizada por las hermanas Morkan, la música no sólo anima el ambiente sino que también evoca tradiciones y refuerza los lazos familiares y sociales. La música se hace memoria, identidad y comunidad. Las actuaciones musicales forman parte de la tradición navideña de la familia y dan a la narración un aire cálido y de camaradería.

Durante la velada, se interpreta y canta tanto música clásica como popular irlandesa a la vez que se intercambian opiniones y comentarios por parte de los protagonistas sobre el arte del canto como una forma de mantener vivas las tradiciones.

Mary Jane, sobrina de las tías Morkan, es profesora de música y toca el órgano en Haddington Road. Durante la velada, interpreta una pieza un tanto complicada en el piano:

“Gabriel no soportaba la pieza que tocaba ahora Mary Jane, tan académica, llena de glissandi…”

La pieza que toca es expresión de una música técnica, académica y distante, que no conecta con los sentimientos del público ni de Gabriel. Este contraste prepara el terreno para una música más emocional y cargada de memoria, que nos sorprenderá avanzada la lectura.

A quien si admira Gabriel es a su tía Julia. Cuando canta “Arrayed for the Bridal” ( “Ataviada para el casorio”) se muestra respetuoso por el pasado que ella representa y por una forma de arte ya en decadencia.

“Gabriel reconoció el preludio. Era una vieja canción del repertorio de tía Julia…”

Esta canción simboliza el pasado glorioso de Julia como cantante y la nostalgia por una juventud que no volverá.La interpretación remueve emociones en los presentes y muestra que, incluso al final de su vida, Julia mantiene la gracia y la dignidad.

La presencia de la música popular, los bailes, los valses que suenan durante la fiesta y las referencias operísticas pinta un retrato sonoro de la vida social dublinesa de la época.

Este repertorio musical funciona a la vez como un mapa de clases y valores: lo culto (Mary Jane), lo popular (los valses), lo folclórico (Gretta y “The Lass of Aughrim”). Es destacable también la nostalgia de los mayores por las voces del pasado como Parkinson en contraste con la modernidad encarnada por Caruso.

El brindis cantado: “For they are jolly good fellows…” es un canto de celebración, usado tradicionalmente como homenaje. Aquí aparece con un tono afectuoso hacia las tres mujeres anfitrionas. Es una muestra de música comunitaria y ceremonial, que genera unión, pero también tiene un matiz insolente, dada la proximidad de algunos de los presentes al envejecimiento y de otros a la muerte.

“Todos los huéspedes […] cantaron al unísono […] Pues son jocosas y ufanas…”

Y es que en “Los muertos”, la música es pura estructura narrativa, símbolo, memoria y catalizador. Así, cada aparición musical revela un matiz nuevo en la significación de los personajes: Mary Jane: la técnica sin alma; Julia: la voz del pasado; “The Lass of Aughrim”: el amor perdido y El brindis colectivo: la comunidad que pronto desaparecerá.

La canción: “The Lass of Aughrim”

Es en el tramo final del cuento en donde la música adquiere una dimensión mucho más profunda. Cuando Gretta Conroy, la esposa de Gabriel, escucha una canción interpretada por el tenor Bartell D’Arcy, algo cambia en ella.

“Una canción en tono antiguo irlandés […] con palabras que expresaban tanto dolor…”

La escucha de la melodía la deja paralizada. Queda ensimismada, como hipnotizada. Gabriel, que observa este momento sin entenderlo del todo, no sabe que su esposa ha sido invadida por un recuerdo doloroso: el de Michael Furey, un joven que la amó apasionadamente y que murió, según ella, a causa de ese amor al que no supo corresponder. Ese recuerdo provoca en Gretta un estado de profunda nostalgia y tristeza.

Su voz sonaba velada y triste. Gabriel, sintiendo ahora lo vano que sería tratar de llevarla más lejos de lo que se propuso, acarició una de sus manos y dijo, él también triste:

—¿Y de qué murió tan joven, Gretta? Tuberculoso, supongo.

Creo que murió por mí —respondió ella.

Un terror vago se apoderó de Gabriel ante su respuesta, como si, en el momento en que confiaba triunfar, algún ser impalpable y vengativo se abalanzara sobre él, reuniendo las fuerzas de su mundo tenue para echársele encima.

Más allá de su belleza melancólica, la letra de la canción enlaza con su historia personal, una mujer sola bajo la lluvia que busca refugio y evoca un amor imposible. Esta vuelta al pasado, no solo la conmueve, sino que provoca en Gabriel una profunda crisis interior al tomar conciencia de que posiblemente, nunca ha sido amado igual, y que así mismo, su conexión con la esposa quizás nunca fue todo lo intensa que él creía.

La canción conduce la narración a un momento, al final del relato, de profunda reflexión y comprensión sobre la vida, el amor, la muerte y el pasado.

Letra y simbolismo de “The Lass of Aughrim

La canción que Joyce incluye en el libro es una variante irlandesa de una balada escocesa anterior llamada “Lord Gregory o The Lass of Roch Royal”. Hay múltiples versiones de este tema aunque con pequeñas variaciones, pero el núcleo es el mismo. Su inclusión en Los muertos no es casual. Tanto la letra como la música están cargadas de melancolía, pérdida y deseo como en la historia de Gretta y Michael Furey.

Joyce probablemente pensaba en una versión como esta, una de las más conocidas cuando escribe:

The rain falls on my yellow locks, 
And the dew it wets my skin;
My babe lies cold within my arms,
Lord Gregory, let me in.
La lluvia cae sobre mis mechones rubios / y el rocío humedece mi piel; / mi hijo tiene frío en mis brazos; / Oh Gregory, déjame entrar.

En el poema, la voz femenina, con su hijo en brazos clama por un refugio mientras cae la lluvia. Lo hace con un tono de abandono y de súplica desesperada. En el contexto del relato, esta figura se invierte. Es Michael Furey quien, enfermo, desafía el frío y la lluvia para ver por última vez a Gretta antes de que ella parta. La canción, no solo remueve recuerdos, sino que restablece la presencia de los muertos en la vida de los vivos.

Se combina así el drama romántico con una intensa carga simbólica. La mujer desamparada que busca refugio es una figura del amor olvidado o negado, víctima de una promesa rota.

La melodía de esta canción contrasta profundamente con el resto de las que aparecen en el texto. No es interpretada para entretener ni mostrar habilidades técnicas, sino que invoca el pasado, el dolor y el amor auténtico.

La escena onírica culmina con el silencio, la nieve y la imagen de un Michael Furey destrozado.

Las versiones más destacadas de la canción

Bouzouki

Tal y como se ha comentado, The Lass of Aughrim es una balada tradicional irlandesa que ha sido interpretada en diversas versiones vocales y musicales a lo largo de los años. Aunque no existe una “versión definitiva”, muchas variantes comparten el mismo núcleo narrativo. Citamos aquí algunas de las versiones más destacadas:

🎻 1. Tradicional – versión folclórica escocesa/irlandesa.

Esta versión es una derivación de la balada escocesa Lord Gregory (The Lass of Roch Royal), con letras que pueden variar regionalmente. Las versiones tradicionales suelen cantarse a capela o con acompañamiento muy simple (arpa, bouzouki, guitarra), preservando el tono melancólico y narrativo.

Daniel Kelly

James Joyce incorpora fragmentos específicos de la balada en The Dead, usando solo una parte del texto. En la colección The Child Ballads (Francis James Child, siglo XIX), aparecen variantes más largas que sirven como fuente textual para muchas versiones musicales.

🎻 2. Frank Patterson (1987) – Banda sonora de The Dead, la película.

En un estilo clásico y con voz de tenor irlandés es interpretada en la adaptación cinematográfica de John Huston. Es la versión más asociada con la narrativa de Joyce y el momento final de la obra.

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🎻 3. Beth Patterson (1999) – Hybrid Vigor.

La versión favorita de quien esto escribe. Cantada a capella y a dos voces, sobrecoge. Fusión celta con bouzouki. Beth aprendió la canción en Irlanda y la interpretó con una sensibilidad folk contemporánea.

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🎻 4. Otras versiones notables.

La interpretación de “The Lass of Aughrim” que sugiere el texto de Joyce nos parece que debería ser melancólica, lenta, contenida y profundamente nostálgica.

Es por esa razón, que hemos elegido versiones tradicionales y sencillas, con una interpretación vocal delicada y sin adornos innecesarios que transmitan la esencia de la pieza con honestidad y sensibilidad.

El acompañamiento es mínimo, habitualmente con piano o arpa, para no restar protagonismo a la voz, y el tempo lento, permitiendo que la música respire y cada frase tenga el espacio necesario para desplegarse con naturalidad.

En el libro, la canción es cantada por Bartell D’Arcy en una escena íntima, casi fantasmal, que desencadena una de las revelaciones emocionales más profundas.

🎙️ Lisa O’Neill

Voz muy cruda, emotiva y sin florituras. Su estilo folk íntimo encaja muy bien con el tono triste y contenido de la historia.

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🎙️ Susan McKeown

Interpretación suave, melancólica y con arreglos tradicionales.

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🎙️ Moya Brennan & Cormac de Barra.

Brennan tiene una voz etérea y el arpa de Cormac le da una atmósfera muy Joyceana a su interpretación.

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🎙️ Lisa Knapp & Gerry Diver

Es más elaborada que la anteriores, pero emocionalmente muy adecuada y fiel al espíritu folk celta.

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🎬 La adaptación cinematográfica

En 1987, John Huston, en el ocaso de su vida, llevó al cine Los muertos en una adaptación reverente y bellísima. Protagonizada por Donal McCann y Anjelica Huston, la película conserva la estructura del cuento, pero se permite momentos de introspección visual y sonora que enriquecen aún más el texto original.

La escena clave es la interpretación de The Lass of Aughrim, cantada en la película por el tenor Frank Patterson. Mientras la música llena la sala, la cámara se desliza hacia Gretta en la escalera, absorta, detenida en el tiempo. Es una secuencia silenciosa, contenida, en la que la imagen y la música sustituyen al diálogo. El espectador, como Gabriel, percibe que algo profundo ha sido desencadenado. Es el instante de la revelación, pero narrado con la sutileza del cine clásico.

La película termina con la célebre narración en off del último párrafo del cuento:

“Su alma se deslizaba hacia el sueño mientras escuchaba caer la nieve suavemente por todo el universo y caer, suave, suavemente, como el descenso de su última postulación, sobre los vivos y los muertos.”

Aquí, Huston combina voz, imagen y nieve en una secuencia visual cargada de poesía. La nieve —símbolo de unidad, de disolución de las diferencias entre vivos y muertos— cae lenta y silenciosamente sobre Irlanda entera, como una bendición o una condena.

Conclusión

Tanto en el relato como en su versión cinematográfica, la música no es solo un recurso estético, sino el canal que conecta presente y pasado, vida y muerte, conciencia y revelación. En “Los muertos”, la canción resucita a Michael Furey, devuelve a Gretta a su juventud perdida y confronta a Gabriel con la fragilidad de sus sentimientos. Es en ese momento, y gracias a la música, cuando nace en él una conciencia nueva, dolorosa pero lúcida. Joyce construye en definitiva una poderosa sinfonía narrativa donde la música no se escucha, se siente.

John Huston entendió esto con claridad. Su última película no es solo una adaptación fiel, sino un testamento artístico: una meditación sobre la muerte, la belleza del recuerdo y el poder transformador de lo no dicho, lo apenas susurrado… como una canción lejana, envuelta en nieve.

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