Así suena “Mi Antonia“ de Willa Cather

En la oscuridad de su ceguera, encontró el camino hasta la Cosa, hasta su boca. La tocó con suavidad, y ésta respondió suave y amablemente.

Se acercó a aquel instrumento totalmente artificial guiado por el mero instinto y se acopló a él, como si supiera que era la pieza que le faltaba para ser una criatura completa.


“Mi Antonia” (1918), de Willa Cather, es una novela ambientada en las solitarias praderas de Nebraska, Estados Unidos, a finales del siglo XIX. A través de la mirada de Jim Burden, alter ego de la autora, se nos revela Ántonia Shimerda, una joven bohemia que encarna la fuerza, la lucha y la resistencia de los inmigrantes pioneros. La obra es un homenaje a la memoria, la amistad y la tierra, mostrando tanto la dureza como la belleza de la vida en la frontera. Novela de mujeres, sí, puede ser, pero ¡qué mujeres!

En la novela, Willa Cather une la música, de manera casi imperceptible, con la memoria, identidad y comunidad en la vida de los pioneros en Nebraska. A lo largo de los cinco libros que componen la obra, encontramos escenas donde un instrumento, una canción o un baile se convierten en catalizadores de emociones colectivas, símbolos de pertenencia y puentes entre culturas. Ay!, de nuevo la música y el baile contribuyendo a la supervivencia de una comunidad y atravesando el relato desde Bohemia, África o Italia… hasta los Estados Unidos.

Hemos leído a Christine Frim en su interesante tesis Intermediality and the Incommunicable: Musical Memory in Willa Cather’s My Ántonia, 2020). En ella, argumenta que la novela de Cather es un memorial literario-musical donde Jim Burden fusiona palabra y música para comunicar “el precioso pasado”. Sus recuerdos de Ántonia y Lena están siempre asociados a bailes, canciones o conciertos, y se describen con estilo rítmico y musical. De este modo, las mujeres se convierten en inspiración de su arte. Basándose en teorías estéticas (Levinas, Deleuze, Guattari), Christine explica que el ritmo es la fuerza que impulsa y conmueve al lector, permitiendo transmitir emociones que las palabras solas no pueden expresar. “Mi Antonia”, transforma la memoria subjetiva en una obra de arte que comunica lo que es tan difícil de verbalizar.

Las referencias musicales


📖 Libro I – Los Shimerda

🎵 La armónica campesina

En este episodio, Jim Burden y Antonia visitan a los dos colonos rusos, Pavel y Peter. La narración enfatiza el contraste entre ambos. Pavel, alto y enfermo, con fama de anarquista, y Peter, bajo, robusto y jovial, “amante” de su vaca y de la vida sencilla. La hospitalidad de Peter se plasma en pequeños gestos como compartir su huerto, sandías, pepinos… y sobre todo la música.

Peter, saca una armónica pintada y se pone a tocar canciones, algunas festivas, otras melancólicas.

Jim Burden, Antonia , Pavel y Peter

La armónica era típica de campesinos europeos y pioneros en EE. UU. Barata, portátil, capaz de reproducir tanto marchas alegres como lamentos.

Cuando nos levantamos para marcharnos, Peter miró a un lado y a otro con aire perplejo, buscando algo con que entretenernos. Entró a toda prisa al almacén y volvió con una armónica de vistosos colores, se sentó en un banco y, separando las gordas piernas, empezó a tocar como si fuera una orquesta entera. Las melodías eran muy animadas o muy tristes, y algunas también tenían letra.

🤔 Esta pequeña escena nos lleva a reflexionar que incluso en la frontera más dura siempre hay lugar para la música como distracción popular y desahogo emocional, como lengua común, como consuelo en el exilio y como parte de la hospitalidad inmigrante.

🎻 El violín silenciado de Mr. Shimerda

En este primer libro, Willa nos muestra el choque cultural y emocional de los Shimerda. La madre, ambiciosa y materialista, empuja a la emigración; el padre, en cambio, se hunde en la tristeza y el desarraigo.

La música es aquí memoria del pasado. El violín y el trombón representan la vida comunitaria y artística perdida. El silencio del señor Shimerda marca el inicio de su declive personal, un presagio de su trágico destino. La lectura religiosa en la casa de los Burden actúa como contrapunto. Frente a la música ausente, los Burden buscan refugio en otra forma de cultura compartida.

–Mi papá está triste por el viejo país. No tiene buen aspecto. Nunca hace ya música. En casa tocaba violín todo el tiempo; para bodas y para baile. Aquí nunca. Cuando yo le pido tocar, dice no con la cabeza. Algunos días coge el violín de estuche y hace así con los dedos en las cuerdas, pero nunca hace música. No le gusta este país.

🤔 El padre de Antonia había sido violinista en Bohemia, donde animaba bodas y fiestas. En Nebraska, el instrumento queda guardado, enmudecido. El violín representa la nostalgia y el desarraigo. La alegría cultural de la patria se apaga en el nuevo mundo. La música no está presente como sonido, sino como ausencia dolorosa que revela el desarraigo del inmigrante y la exposición a un futuro incierto.

🙏 El himno del funeral

Este escena constituye el clímax en el destino trágico del señor Shimerda, cuyo suicidio marca un punto y aparte en la novela.

En el entierro de Mr. Shimerda, Otto Fuchs entona el himno “Jesus, Lover of my Soul” (Jesús, Amado de mi alma) bajo el azote de una ventisca.

La elección de “Jesus, Lover of My Soul” no es casual. Habla de refugio y amparo en la tormenta, reflejando literalmente el clima del entierro y metafóricamente la tempestad emocional de los inmigrantes.

En la memoria de Jim, el tema musical, queda ligado para siempre al paisaje nevado y a la tumba aislada y sola, convirtido en un símbolo de la comunión entre naturaleza, muerte y consuelo espiritual.

Durante todo el tiempo que estuvo rezando, la abuela lo observó por entre los dedos enguantados en negro, y cuando él dijo «Amén», me pareció que estaba satisfecha. Se volvió hacia Otto y susurró:

–¿No podría cantar un himno, Fuchs? Así parecerá todo menos pagano.

Fuchs miró en torno a sí para ver si los demás aprobaban la sugerencia y luego empezó a cantar Jesús, Amado de mi alma; todos los demás, hombres y mujeres, cantaron con él. Desde entonces, siempre que he vuelto a oír ese himno me ha hecho recordar aquella inmensidad blanca y el pequeño grupo de gente, y el aire azulado, lleno de nieve fina que se arremolinaba como largos velos flotantes.

Es uno de los himnos más conocidos escritos por Charles Wesley (1707–1788), el gran poeta del metodismo. Se compuso en 1740. Está considerado una de las obras maestras de entre todos los himnos cristianos por su intensidad lírica y la hondura espiritual. Fue un himno muy apreciado por figuras históricas como Winston Churchill, que pidió que se cantara en su funeral. ‘Él, no iba a ser menos.

🤔 La música cumple una función religiosa y comunitaria que suavizando la dureza de la muerte y… del invierno. Rito de paso, memoria y puente cultural.

📖 Libro II – Las criadas

🎹 El piano de los Harling

En casa de los Harling siempre suena un piano. Se interpretan canciones de minstrel shows afroamericanos muy populares en EE. UU. desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX. El repertorio mezclaba elementos del folclore afroamericano, espirituales y estilos populares, aunque filtrados y a menudo distorsionados por la mirada racista de la época. También sonaba alguna que otra Marcha Nupcial sueca.

La señora Harling había estudiado piano con una buena maestra y se las apañaba para practicar un poco todos los días. Pronto aprendí que, si me enviaban con algún encargo a su casa y la encontraba tocando, debía sentarme y aguardar en silencio hasta que ella me prestara atención. Me parecía estar viéndola: su figura baja y robusta aposentada firmemente en el taburete, sus gordezuelas manos moviéndose con habilidad y presteza sobre el teclado, sus ojos fijos en la música en inteligente concentración.

La señorita Frances tocaba marchas y música marcial; la señora Harling prefería piezas brillantes y alegres, con mucho movimiento. Las chicas pequeñas pedían continuamente que se tocara el piano, y Nina aprendía sus primeras canciones.

Antonia adoraba escuchar: se sentaba inmóvil mientras las notas llenaban la sala. A menudo tarareaba las melodías más sencillas, repitiéndolas en el trabajo del día. Por la noche, cuando la jornada de la granja terminaba, la música del piano reunía a todos en el salón, convirtiendo la casa en un centro de sociabilidad alegre.

🤔 El piano como instrumento central simboliza el estatus cultural de la familia Harling marcando la diferencia con los Shimerda, donde la música se había extinguido con el silencio del violín del padre.

La música doméstica no deja de reflejar la mezcla de tradiciones culturales que conviven en Nebraska.

🎶 Blind d’Arnault y los cantos de plantación

Sólo una vez se interrumpió la pesada monotonía de aquel mes: cuando vino a la ciudad Blind d’Arnault, el pianista negro. Dio un concierto en la ópera el lunes por la noche, y él y su representante pasaron el sábado y el domingo en nuestro confortable hotel.

Blind d’Arnault versus John William «Blind» Boone

El pianista afroamericano ciego llega al Opera House y fascina al público con su fuerza corporal y vitalidad. Allí, interpretó My Old Kentucky Home y otros cantos de plantación. Eso fue un lunes pero antes, la noche previa del sábado, alojado con su exiguo equipo en el confortable “Boy’s Home” de la ciudad deleitó a la concurrencia del hotel en uno de sus salones. Si, en aquel salón donde siempre esperaba un piano dispuesto a entregarse a unas manos dulces y amorosas como las suyas.

Ahora, caballeros, espero que tengan todos una fuerte voz. Me parece que esta noche podríamos cantar unas cuantas de esas buenas y viejas melodías de las plantaciones.

Los hombres se apiñaron en torno a él cuando empezó a tocar “ My Old Kentucky Home” . Cantaron una melodía negra tras otra, mientras el mulato se mecía en el asiento con la cabeza echada hacia atrás, el rostro amarillo levantado y los párpados arrugados e inmóviles.

My Old Kentucky Home” (1853), de Stephen Foster, es una balada nostálgica inspirada en La cabaña del Tío Tom de Harriet Beecher Stowe. Nacida como canto contra la esclavitud, con el tiempo se convirtió en símbolo sentimental del sur de EE. UU. Desde 1928 es el himno oficial de Kentucky. Ha sido interpretada por artistas como Paul Robeson, Marian Anderson o Bing Crosby.

El personaje de Cather d’Arnault se inspiró en John William «Blind» Boone. Con una carrera de más de cuarenta años, Boone viajó por el país actuando para audiencias negras y blancas, incluso en la Red Cloud Opera House.

«Es un fonógrafo humano«, escribe Cather, una especie de memoria animada, con poderes de producción de sonido… Tiene un oído maravilloso y una maravillosa delicadeza al tacto, pero estos dones están encerrados en el cuerpo de un niño demasiado crecido».

🤔 Su música aporta una dimensión afroamericana, cargada de memoria de esclavitud y al mismo tiempo de celebración de la vida.

💃 El vals secreto de Antonia y sus amigas

Mientras suena la música en una sala llena de hombres, las muchachas inmigrantes bailan un vals en secreto en el comedor.

En medio de un estrepitoso vals, D’Arnault se puso de repente a tocar muy suavemente y, volviéndose hacia los hombres que tenía a su espalda, susurró:

–Hay alguien ahí, bailando. –Movió la cabeza de bala hacia el comedor–. Oigo unos pies pequeños… de chicas, sospecho.

Anson Kirkpatrick se encaramó a una silla y atisbó por encima del dintel. Bajándose de un salto, abrió las puertas de golpe e irrumpió en el comedor. Tiny y Lena, Antonia y Mary Dusak estaban bailando el vals. Se separaron y huyeron hacia la cocina entre risas.

Kirkpatrick cogió a Tiny por los codos.

–¿Qué os pasa, chicas? ¡Bailando aquí solas, cuando hay una habitación llena de hombres solitarios al otro lado de la puerta!

En la escena del baile, las jóvenes inmigrantes —Ántonia, Lena, Tiny y Mary— irrumpen en el relato como símbolo de vitalidad frente al tedio invernal y las rígidas normas sociales. Su danza, primero clandestina y luego compartida con los hombres, representa un acto de liberación y afirmación juvenil. Cada una encarna un matiz distinto de la experiencia femenina inmigrante, desde la timidez hasta la audacia, y juntas introducen frescura, deseo y energía en la comunidad de Black Hawk, anticipando los diferentes caminos que tomarán en la novela.

🤔 La danza se convierte en un gesto de emancipación femenina y libertad juvenil, mezclando tradición europea y música afroamericana.

🎵 El pabellón de baile italiano

Un matrimonio italiano abre un salón de baile: él enseña danza y toca el arpa.

Nunca fuimos más felices, ni nos sentimos más contentos y seguros, que en esas semanas de primavera que rompieron aquel largo invierno. 

Todas las mañanas, antes de que yo me levantara, oía a Tony cantando entre las hileras del jardín. […]

Con la primavera y luego el verano, llega a Black Hawk la carpa de baile de los Vanni (italianos itinerantes). La ciudad se inscribe en clases y bailes regulares; el arpa y los violines llenan las noches. Los sábados la carpa reúne a “chicos del pueblo” y “hired girls” (Antonia, Lena, Tiny…). Escuela de baile social veraniego que introduce repertorios de salón populares y disciplina comunitaria.

El arpa del señor Vanni, el músico principal asume rol de metrónomo cívico (convoca al baile y da el final a las 22:00). Director de una orquesta ligera de baile (arpa + violines), con timbres que sugieren valses, polcas, cuadrillas, etc.

Home, Sweet Home (canción emblemática del siglo XIX) es la seńal del cierre diario del pabellón. La música se convierte en señal horaria pública y símbolo de la respetuosa vuelta al hogar.

La práctica del baile se torna eje de sociabilidad, puente entre “chicos del pueblo” y “hired girls” inmigrantes.

En paralelo, Jim reflexiona sobre la dinámica social; el vigor y carácter de las muchachas inmigrantes frente al prejuicio clasista de las familias acomodadas como ejemplo, el idilio frustrado entre Sylvester Lovett y Lena.

🤔 El baile se consolida como espacio social y comunitario, donde los jóvenes inmigrantes construyen identidad y pertenencia. El baile aparece como fuerza democratizadora que desafía suavemente la estratificación de Black Hawk. La música transforma el solar vacío en el lugar más alegre del pueblo, donde el trabajo duro se sublima en comunidad, ritmo y deseo.

🚒 Los bailes de Firemen’s Hall

Jim confiesa que asiste a los bailes de Firemen’s Hall, lo que provoca tensiones morales en su familia.

Una tarde noté que la abuela había estado llorando. Me confesó que había escuchado rumores: la gente decía que yo me había convertido en un mal chico por asistir en secreto a los bailes en el salón de los bomberos. Me pidió que no la engañara más, porque las críticas la herían. Le prometí no volver.

En My Antonia, el “Firemen’s Hall” aparece como una referencia explícita a un espacio de música y baile popular. Para los jóvenes, y en especial para Jim y las “hired girls”, estos bailes significan libertad, sociabilidad e integración, una forma de compartir comunidad en un ambiente festivo. Sin embargo, los adultos los perciben como algo “peligroso” y socialmente impropio, una amenaza a la respetabilidad familiar.

🤔 La música, en este contexto, funciona como frontera moral y generacional. Lo que para unos es alegría y convivencia, para otros es motivo de crítica y desconfianza. Así, el Firemen’s Hall se convierte en un espacio social marcado por la diferencia de clase y de moralidad, donde se enfrentan la autoridad de los mayores y el deseo juvenil de vivir la música como experiencia de libertad.

📖 Libro III – Lena Lingard

🎭 La ópera en Nebraska

En Lincoln, lo mejor de la temporada teatral llegaba al final, cuando las grandes compañías, tras sus largas giras por Nueva York y Chicago, hacían una parada de una noche. Esa primavera, Lena fue conmigo a ver a Joseph Jefferson en Rip Van Winkle y una obra de guerra llamada Shenandoah. […]

Lena quedó fascinada con Robin Hood y con la contralto que cantó “Oh, Promise Me”.

Durante la velada, la orquesta interpretaba fragmentos de La Traviata, incluido el dúo entre Violetta y Alfred (“misterioso, misterioso”), así como piezas entre actos, descritas como “alegres y tristes, lejanas y desgarradoras”. En el propio escenario, un piano acompañaba discretamente a los personajes.

En el teatro local se interpreta música de La Traviata de Verdi.

Más tarde asistieron a Camille, de Alexandre Dumas hijo. En el programa se anunciaba que la música incidental estaría tomada de la ópera La Traviata, basada en la misma historia. Desde la primera escena, la ambientación, los diálogos y la fastuosidad de los decorados los subyugaron.

La actriz que interpretaba a Marguerite estaba ya entrada en años y con limitaciones físicas, pero aun así encarnaba la tragedia con fuerza suficiente para conmover. Lena lloró sin cesar, y Jim mismo se dejó arrastrar por la emoción, hasta empapar con lágrimas el pañuelo de adorno de su chaqueta.

Al salir del teatro, bajo la lluvia, a Jim le parecía que Marguerite había muerto de verdad la noche anterior. Sentía que ese viejo espíritu romántico de 1840 había llegado hasta él, vivo todavía a través de la música, las palabras y el teatro.

La música enriquece la experiencia teatral y la hace inolvidable. Desde la ligera sentimentalidad de “Oh, Promise Me” hasta la intensidad trágica de La Traviata, la música guía la emoción de los personajes y del público.

Para Jim, es un rito iniciático cultural. Descubre el poder del teatro y la música como vehículos de sentimiento universal, capaces de atravesar generaciones y fronteras. Para Lena, que lo vive con ingenuidad y entrega absoluta, la música se convierte en verdad inmediata, tan real como la propia vida.

En Mi Antonia, la música no solo está en la pradera o en los hogares, sino también en los grandes relatos culturales europeos que llegan hasta Nebraska, dejando en los jóvenes una huella duradera de belleza y melancolía.

🤔 La ópera introduce un contrapunto de refinamiento cultural y muestra cómo la comunidad provinciana anhela acceder a un horizonte cosmopolita.

📖 Libro IV – La historia de la mujer pionera

En este capítulo, la oralidad, los relatos y la memoria ocupan aquí el lugar que en otros capítulos tiene la música.

📖 Libro V – La historia de los hijos de Cuzak

🎻 El violín recuperado

Jim regresó a ver a Antonia veinte años después de su promesa. Al llegar a la granja de los Cuzak encontró una casa llena de niños, luz y risas. Cuando ella entró en la cocina —robusta, tostada por el sol—, los mismos ojos y la voz áspera de siempre disiparon de golpe el tiempo pasado.

Al anochecer, nos pasamos al salón. No había sillas suficientes y los pequeños se sentaron en el suelo. Leo sacó el violín del señor Shimerda—demasiado grande para él— y, tras bufidos y ajustes, se soltó con aires bohemios. Yulka lo intentó también. Nina, descalza, se puso a danzar en silencio sobre las tablas, como si la música la alzara sola. 

Leo, uno de los hijos de Antonia, toca el violín heredado de su abuelo Shimerda, Yulka también intenta tocar y Nina baila descalza.

En esta visita, la música cierra el círculo. Del violín silenciado bajo la nieve al violín heredado que suena en un salón lleno de hijos.

🤔 El violín vuelve a sonar en manos de los nietos, marcando la transmisión intergeneracional de la herencia cultural.


🎼 La partitura de Nebraska


En Mi Antonia, la música atraviesa todas las dimensiones de la vida. Es memoria y pérdida en el violín del señor Shimerda, que resuena como emblema de duelo y de herencia truncada; vitalidad y diversidad cultural en la figura de Blind d’Arnault, en las canciones afroamericanas y en los minstrel shows; espacio social en los bailes secretos, en el Firemen’s Hall o en el pabellón de los italianos; aspiración cultural en la ópera de Verdi, que trae un destello de sofisticación europea a las praderas; y herencia y continuidad en los hijos de Antonia, que recuperan el violín y lo hacen sonar de nuevo en la cocina familiar.

La novela compone así un verdadero mapa sonoro de la frontera americana, donde violines bohemios, cantos afroamericanos, valses europeos, óperas italianas e himnos religiosos conviven y se entrelazan. La música se convierte en el idioma común que sostiene la memoria, la identidad y la esperanza de los personajes frente a la dureza del paisaje y de la historia.

Playlist


Recreamos la atmósfera musical de la novela con esta selección de piezas. Cada una corresponde a un momento clave o a una referencia cultural presente en la obra.


🎻 Folclore bohemio (herencia de los Shimerda)

1. Bohemian Folk Song – November (Violín)

Evoca el mundo campesino europeo y el violín de Mr. Shimerda.

2. Bohemian Folk Song (versión lenta, viola)

Una melodía simple y nostálgica, símbolo del viejo mundo.

3. Czech Folk Song (Violin Solo)

Canción tradicional checa que conecta con la identidad bohemia.

4. Dobrou noc – “Good Night” (Canción de cuna checa)

Música popular de despedida, eco de la nostalgia migrante.

🎶 Canciones afroamericanas y de plantación

5. My Old Kentucky Home – John Prine

La canción que interpreta Blind d’Arnault en el Opera House.

6. My Old Kentucky Home (versión orquestal)

La melodía en formato instrumental, solemne y evocadora.

7. Plantation Song – Son House

Canto con raíces afroamericanas, cercano al blues, como los que inspiraban a d’Arnault.

🎭 Aspiración cultural: la ópera en Nebraska

8. La Traviata, Overture – Verdi (André Rieu)

El refinamiento de la ópera llega al teatro provinciano.

9. La Traviata, Prelude (Vienna Radio Symphony Orchestra)

Otra interpretación de la ópera que contrasta con la vida rural.

🙏 Himnos y espiritualidad

10. Jesus, Lover Of My Soul – Fernando Ortega

El himno entonado en el funeral de Mr. Shimerda.

11. Jesus, Lover Of My Soul – Hillsong Worship

Versión moderna que conserva la solemnidad del momento.

12. Jesus, Lover Of My Soul – Mass Choir


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